Homenaje a Jean-Louis Guénet (un encuentro que cambió mi vida)

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Escrito por Fernando Benavides, 23 de agosto de 2024

No muchas veces sucede que un encuentro con un profesor cambie la vida de uno en varias dimensiones. Sin embargo, eso me sucedió en septiembre de 1990 cuando participé en un curso de animales de laboratorio en la UAB de Bellaterra, muy cerca de Barcelona. Ese profesor, para mí mayor, era un veterinario francés muy simpático que nos daba las clases de genética de roedores (ver su biografía corta al final). Sus clases despertaron mi interés por la genética, y al regresar al bioterio de la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires, comencé a profundizar en el tema. Muy pronto me animé a escribirle cartas (sí, de papel) con preguntas concretas sobre la contaminación de cepas, ratones dudosos con manchas blancas y consejos para controlar la pureza. Muy amablemente, Jean-Louis (Dr. Guénet todavía para mí) fue contestando mis cartas y guiándome con mucho esmero y dedicación. Cartas que eran traducidas del francés por mi esposa Ida, ya que yo no sabía francés en esos años.

Luego de unos años de intercambiar cartas, en 1994, me animé a pedirle la posibilidad de visitar su laboratorio en el Institut Pasteur (IP) de París. Para mi gran sorpresa, me ofreció una beca por cuatro meses para hacer una pasantía. Así es que fuimos con Ida, Lucía (6), Emi (4) y San (4) a París en septiembre de 1995. Aquí comienza la verdadera historia de respeto, admiración, y posteriormente amistad con Jean-Louis, un ser excepcional que cambió mi profesión para siempre. El día de nuestro desembarco en el aeropuerto Charles De Gaulle, Jean-Louis fue personalmente con su coche a buscarnos, quedando pasmado por la energía de nuestros mellizos luego de tan largo viaje (me comentaban mis colegas del IP que al llegar al laboratorio dijo: oh là là, ¡les enfants de Fernando!). El primer día en el IP, Jean-Louis me asignó un pequeño escritorio en su propia oficina, lo que nos permtía conversar en los pocos momentos que él estaba allí, ya que no paraba de salir y entrar; además, estaba de viaje o en reuniones importantes (lo habían nombrado subdirector del IP el año anterior). Yo aprendía francés lentamente, y él aprovechaba para practicar su excelente español, preguntándome sobre modismos argentinos. Jean-Louis seguía muy de cerca mis resultados relacionados con la mutación espontánea que debía mapear y que me había asignado como trabajo principal. Yo estaba tremendamente feliz de estar a su lado, admirando todo lo que él sabía, fotocopiando sus libros y revistas científicas, y disfrutando de sus bromas y comentarios, un lujo que nunca pensé que iba a tener. Menos aún que nos invitaría a cenar en su casa con toda nuestra familia y conocer a su esposa, Geneviève (y su gato Filou). Esos cuatro meses en Francia fueron una verdadera luna de miel con su “labó”, el IP, y París (aún con la famosa huelga de transporte de 25 días de duración). Durante mi tiempo en el IP, tuve la oportunidad de conocer Internet por primera vez y de trabajar en un laboratorio muy bien equipado. El día que dejé el IP para regresar a Buenos Aires lo hice entre lágrimas, lo que demuestra el gran impacto emocional que esta experiencia tuvo en mí. A nuestro regreso, Jean-Louis, muy generosamente, me pagó el envío por correo de una enorme caja llena de fotocopias de libros y artículos, material al que no tenía acceso en Buenos Aires (creo que pasé más horas en la fotocopiadora que en el laboratorio…).

Los años siguientes en Buenos Aires, ya comunicándonos por fax y por email institucional (de la biblioteca, no personal), continuamos los intercambios científicos y personales. En mayo de 1996, Jean-Louis me consiguió una extensión de un mes de la misma beca de 1995, cubriendo el viaje y el alojamiento en la residencia de becarios del IP, a 200 metros del laboratorio, para acelerar los experimentos destinados a mapear la mutación. Durante estas estadías, ir a cenar a su casa ya era algo asegurado, disfrutando de la rica comida que preparaba su esposa (y la obligación de tomar algo de vino). A mi regreso a Buenos Aires nos pusimos a trabajar en un plan de investigación conjunto que nos permitiera seguir colaborando. Así fue como a principios de 1997 ganamos un convenio de investigación entre CONICET-INSERM junto con mi jefa la Dra. Christiane Dosne de Pasqualini. Este convenio me permitió regresar al IP en septiembre de 1997 para asistir a un completísimo curso teórico y práctico sobre genética del ratón (de 25 días de duración) y realizar los experimentos necesarios para completar mi tesis doctoral en la Facultad de Veterinaria de la UBA. En esas vueltas al IP, yo seguía usando el pequeño escritorio en su oficina y él me dejaba, en secreto, llamar por teléfono a Buenos Aires para hablar con Ida y mis hijos. Me consiguió una pieza en la residencia del IP y, como un padre, se aseguraba de que estuviera comiendo bien. El mismo convenio CONICET-INSERM aseguraba un viaje de Jean-Louis a Buenos Aires. Su tan esperada visita se concretó en noviembre de 1997 con una invitación a dar un seminario en la Academia Nacional de Medicina, además de su nombramiento como miembro extranjero de dicha academia. Fue en estos días porteños que empezamos a diagramar nuestro primer artículo científico juntos (artículo que vio la luz recién en 1999 en la revista Immunogenetics). Jean-Louis estaba encantado de conocer la ciudad de Buenos Aires, y pudimos visitar juntos todos los sitios turísticos, e incluso ir a ver milongas y espectáculos de tango junto a mi esposa. Era como llevar a pasear a un chico, sorprendido por todo, siempre curioso, hablando con todo el mundo, y bromeando con los términos españoles de peligroso sentido en Argentina. Cenó en casa e incluso conoció a uno de mis hermanos y a mi hermana. Para mi gran orgullo, nuestra amistad ya estaba sellada. 

En ese mismo período de finales de 1997 yo estaba concertando una posición posdoctoral en Texas. Aprovechando un viaje a París, mi futuro jefe en el MD Anderson Cancer Center, el veterinario argentino Claudio Conti, visitó el IP y fue allí donde nos vimos en persona por primera vez durante mi mencionada estadía de septiembre de 1997. Lo que aún hoy me causa gracia y ternura es que Jean-Louis se comportó toda esa reunión “tripartita” en su oficina como un padre, asegurándose de que el futuro lugar de trabajo y jefe de su “hijo adoptivo” fueran los adecuados (con el paso de los años, llegó a declararme formalmente su sucesor en Sudamérica en todo aquello relacionado a la genética del ratón de laboratorio). Fue en este viaje que Jean-Louis me acompañó a visitar en su oficina de jubilado al famoso premio Nobel francés François Jacob, quien me regaló su autobiografía dedicada.

La nueva etapa que comenzó en el MD Anderson de Texas, donde yo fui de post-doc hasta profesor, nos encontró a Jean-Louis y a mí ya como colaboradores, publicando trabajos científicos interesantes gracias a los ratones mutantes que su laboratorio me proveía. En total publicamos juntos 10 artículos originales sobre ratones mutantes (en inglés). Él siempre me decía que yo publicaba poco, pero que mis trabajos estaban muy bien escritos (cosa que me llenaba de orgullo). Además de los artículos científicos originales, publicamos juntos cuatro reviews (dos en español y dos en francés), 7 capítulos de libros (cinco en inglés y dos en español), más dos libros (uno en español y otro en inglés). Estos largos años colaborando (hasta unos pocos años atrás), fueron de un continuo intercambiar emails, casi semanalmente. El solo hecho de ver que me había enviado un email me llenaba de alegría (mi Outlook registra más de 500 emails de Jean-Louis desde 2008). El me escribía en francés y yo le contestaba en español, de esta manera ambos practicábamos el otro idioma. Estos mensajes (de los cuales guardo muchos) eran para concretar trabajos, organizar sus visitas a nuestro campus (Science Park) en Texas, o planificar mis visitas al IP. Sin embargo, siempre estaban condimentados con comentarios sobre novedades familiares, política, bromas y deportes, especialmente si había argentinos en tenis o rugby, los dos deportes que más le gustaban. Esta fluida comunicación (aumentada por algunos llamados telefónicos) fue fundamental para concretar nuestra gran obra conjunta: el famoso libro de genética de roedores en español publicado en 2003 (el  único que existe sobre este tema en español). Fueron tres años de trabajo que disfruté enormemente gracias a el continuo intercambio de cartas institucionales con versiones preliminares y muchos emails.

En los últimos 25 años nos encontramos casi todos los años, especialmente cuando asistíamos a congresos de animales de laboratorio o a la conferencia anual de genética de mamíferos (IMGC) en distintas partes del mundo. Recuerdo especialmente el IMGC de 2003 en Alemania donde presentó la conferencia principal (honrando su carrera) y la IMGC de 2005 en Estrasburgo ya que al volver a París hubo una reunión especial para celebrar su retiro (obligado) del IP. 

También fue una gran ilusión participar juntos en la organización de cursos en Sudamérica, en particular el de San Salvador de Bahía (2004), y los dos en el flamante Insitut Pasteur de Montevideo (2008 y 2011), el último con obligado paso por Buenos Aires. Su última visita a Texas fue en 2009, cuando presentó un seminario en Science Park y además se quedó a dormir en casa, ya como el “tío Juan Luis”.  

Así como Jean-Louis conocía detalles de mi familia extendida, yo tuve la suerte de conocer personalmente a sus dos hijos, Sylvain y Jérôme, así como a sus nietas mayores. También tuve el privilegio de escuchar, a través de sus relatos, la historia de su padre durante la Segunda Guerra Mundial y el emotivo recuerdo que guardaba de estar de la mano de su madre durante la liberación de París en 1944. Más de una vez me fue a recoger muy amablemente al aeropuerto de Orly y hasta pude dormir algunas noches en su casa de Longjumeau (una vez con mi hijo Santi). Jean-Louis y Geneviève siempre me recibieron con mucho cariño (su tímido gato Berlioz, no tanto). Nuestros últimos dos encuentros fueron en el 2019 en París, un almuerzo con colegas y amigos del IP, y en el 2022 en su casa, de paso a un congreso de FELASA en Marsella. Guardo con mucha nostalgia unas fotos de este último encuentro y en especial mi recuerdo de Jean-Louis esperándome con su bastón a la salida de la estación de tren Gravigny Balizy, a pasos de su casa. Me costó convencerlo de la visita esta vez, porque ya se sentía un poco débil, pero afortunadamente tuvimos un almuerzo inolvidable con él y con Geneviève. Una inesperada despedida. 

Como mencioné al comienzo de este recuento, su influencia en mí fue multidimensional. Por un lado, me hizo crecer enormemente en mi carrera como veterinario de bioterios y genetista de ratones, dándome seguridad y confianza en mí mismo. Además, me convirtió en un 'francófilo', amante del idioma, la música, la literatura, la pintura y el cine francés. Cada viaje a París (13 y contando) fue un sueño y una cita obligada con él, ya sea en el IP, en su casa o en la de algún colega del laboratorio. Para cerrar, quiero destacar que Jean-Louis, además de ser un cienífico honesto, íntegro y generoso con su tiempo y conocimientos, era un entusiasta de la ciencia en todas sus formas. Ante todo, fue una persona humilde, divertida, muy informal, con los pies en la tierra y un verdadero bon vivant que disfrutaba de todo. Querido amigo, siempre estarás en mi mente y mi corazón.  
Merci infiniment

*Nota del autor: Este escrito es un pequeño homenaje a mi maestro y amigo. Por consiguiente, y para ahorrar espacio, no he mencionado a muchos colegas que también fueron fundamentales en mi crecimiento, muchos de ellos del mismo Institut Pasteur, la Academia Nacional de Medicina o el MD Anderson Cancer Center. Tampoco he mencionado a familiares y amigos que contribuyeron de diversas formas a que esta 
historia fuera posible.

El Dr. Jean-Louis Guénet (1938-2024) se graduó en veterinaria en la Escuela Nacional de Alfort, en París, en 1964. Un par de años más tarde obtuvo un Certificado en Genética de la Universidad de París. Tras completar su servicio militar, se unió al Institut Pasteur, donde el premio Nobel François Jacob lo animó a iniciar un programa de investigación en genética de ratones. Bajo la dirección de François Jacob, Guénet realizó descubrimientos significativos, incluyendo el hallazgo de una mutación en ratones relacionada con la osteogénesis imperfecta. En 1981, Guénet fue nombrado director de la Unité de Génétique des Mammifères del Institut Pasteur, cargo que ocupó hasta su retiro en 2005. A su vez ejerció como subdirector del Institut Pasteur durante algunos de esos años. 

Su influencia en el campo de la genética de ratones es notable, con más de 300 publicaciones y una destacada presencia en la comunidad científica internacional. Fue miembro de la Academia Francesa de  Veterinaria, miembro extranjero de la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires y formó parte del comité editorial de varias revistas de genética. Sus principales aportes fueron el uso de ratones de origen salvaje (por ejemplo, Mus spretus) para el mapeo de genes, la mutagénesis química por ENU, tanto como la clonación y descripción de decenas de mutaciones espontáneas.

Guénet fue un miembro activo de la International Mammalian Genome Society (IMGS) por más de 25 años, e incluso organizó la primera conferencia de genética de mamíferos (IMGC) en 1987 en París. Participó en la formación de las primeras publicaciones relacionadas con la genética del ratón, como Mouse News Letter, que en 1990 se transformó en Mouse Genome y, desde 1998, se incorporó a la actual Mammalian Genome.  

A lo largo de su carrera, Guénet publicó varios textos educativos en francés, inglés, español y portugués. Su libro Genetics of the Mouse (2015) sigue siendo una referencia clave en el campo, y el "Manual de genética de roedores de laboratorio: principios básicos y aplicaciones" (Benavides-Guénet) es reconocido como el único texto en español sobre el tema. 

Como incansable educador y trotamundos, Guénet participó en cientos de conferencias y cursos a nivel mundial, con especial predilección por sus viajes a América del Sur y Japón. Su impacto también se extendió como mentor, promoviendo las carreras de numerosos jóvenes científicos. Su legado continúa a través de sus contribuciones a la genética y los muchos investigadores que inspiró, no sólo en el ámbito de la genética, sino también de la cría y manejo de los ratones de laboratorio en los animalarios. 

Entre los que se formaron con el Dr. Guénet, se encuentran varios miembros de sociedades relacionadas a los animales de laboratorio o la genética del ratón, como Xavier Montagutelli, Jean Jaubert, Natalia Martin, Jean-Jacques Panthier, Francina Langa Vives, Martina Crispo, Silvia Massironi, Ana Lúcia Brunialti Godard, y Fernando Benavides, entre muchos otros.

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