La frutilla (cereza, fresa, o cómo más se adapte a sus país) del postre fue un paseo a Brasilia organizado por el Evento (¡Gracias Ekaterina R.!). El bus salía desde el coqueto Castro's Park Hotel a las 7am, todo un desafío para este trasnochador reportero. La novedad es que estaba vez cumplí (no sé cómo) y aparecí en la recepción a horario, lo malo es que de los cuatro fantásticos sólo podrían participar tres, ya que nuestro miembro más experimentado: el Dr. Marcelo A. era baja obligada porque ese mismo día tenía su vuelo de regreso, lo mismo pasó con otros miembros del Congreso que no pudieron asistir.

Fue una grata sorpresa subir al micro y ver a Marina S., era la integrante que nos hacía falta para completar el grupo, además tenía a favor que hablaba casi tan bien inglés y portugués como el ausente Marcelo A.  

El viaje se hizo un poco largo y monótono, el paisaje no ayudaba, se veía repetidamente por las ventanas el mismo escenario, ni una vaca, una casita, nada, solamente terreno extenso verde sin mucha gracia.

Además del grupo de los cuatro, estaba Ekaterina R. (Brasil), Patri V. (España), Cynthia P. (USA) de los conocidos y otros miembros provenientes de Francia, Tailandia, Reino Unido, Estados Unidos, Japón, Corea del Sur (siempre nos aclaraba que no era la del norte). Éramos las Naciones Unidas, y para mayor confusión subió al micro un guía turístico brasilero que hablaba en inglés con un acento que no le entendía más del 44% de lo que decía.

Empezamos a recorrer Brasilia y nos detuvimos en varios edificios destacados a sacar fotos:

Santuario Don Bosco

Se trata de un magnífico edificio construido en homenaje al santo italiano Juan Belchior Bosco, que en 1883 tuvo un sueño de una ciudad utópica del futuro, la cual dijo se ubicaría donde hoy se encuentra Brasilia. Esta visión fue de gran inspiración para la fundación de la capital brasileña, por lo cual en su honor fue construido este maravilloso santuario.

Cuando se va llegando al lugar, desde lejos se puede apreciar como una enorme caja de hormigón de gran altura, compuesta por unas 80 columnas de estilo gótico en todo su alrededor, y vitrales de 12 tonalidades de azul que simbolizan un cielo estrellado.

Pero lo mejor se encuentra en su interior, donde se puede apreciar un magnífico espacio lleno de luz celestial azul, que se filtra a través de las ventanas.

Estas ventanas están hechas de pequeños cuadrados de vidrio, los cuales además de tener las diferentes tonalidades de azul cuentan con algunos lunares de color blanco, que permiten tener un efecto único cuando la luz pasa a través de ellos.

El viaje siguió y nos detuvimos en el Memorial JK

Memorial JK

Juscelino Kubitschek de Oliveira, conocido como JK por sus iniciales, fue Presidente de Brasil entre los años 1956 a 1961. Kubitschek fue un médico. Durante su presidencia se incrementó la industrialización del país, que derivó en un aumento desmesurado de la inflación, se emprendieron numerosas obras públicas, tales como la expansión de la red vial para unir los estados brasileños. Sin embargo, el proyecto más reconocido de su gestión fue la construcción de la nueva capital, Brasilia (con el objetivo de poblar el interior del país), fue merecedor de diversas críticas.

El Memorial JK es un museo dedicado al ex presidente brasileño Juscelino Kubitschek, fundador de Brasilia. En el sitio se encuentran el cuerpo de JK, diversas pertenencias como su biblioteca personal, y fotos tanto suyas como de su esposa Sarah. Presenta obras proyectadas por Athos Bulcão en su área externa, un vitral diseñado por la artista Marianne Peretti sobre la cámara mortuoria, y una escultura de 4,5 metros de autoría de Honório Peçanha.

El guía nos comentó que JK murió en un accidente pero durante mucho tiempo se pensó que fue un atentado causado por opositores políticos. En realidad esto me lo contó Marina S. que completaba el 56% que me quedaba por entender de lo que decía el guía local.

La próxima parada fue la Catedral de Brasilia, con una arquitectura y creatividad únicas.

Catedral Brasilia

La Catedral Metropolitana Nossa Senhora Aparecida, más conocida como la Catedral de Brasilia, fue diseñada por el arquitecto Oscar Niemeyer y es la sede arzobispal de la Arquidiócesis de Brasilia.

Fue el primer monumento en ser creado en Brasilia.

En la plaza de acceso al templo se encuentran cuatro esculturas de bronce de tres metros de altura, representando a los evangelistas. En el interior de la nave están las esculturas de tres ángeles suspensos por cables de acero.

Plaza de los Tres Poderes

La Plaza de los Tres Poderes (en portugués, Praça dos Três Poderes) es un nombre que deriva de las sedes de los tres poderes públicos que se encuentran alrededor de la plaza: el ejecutivo, representado por el Palacio del Planalto (sede presidencial); el legislativo, representado por el Palacio Nereu Ramos (sede del Congreso Nacional); y el judicial, representado por el Supremo Tribunal Federal.

Allí nos tomamos una linda foto grupal.

Más tarde nos trasladamos a Fogo de Chão (Churrascaria) a almorzar, que bien comimos, mucha carne, cero vegetales, que felicidad.

Para el viaje de vuelta ya no estaba Marina S. que se tuvo que volver antes con algunos miembros de las “Naciones Unidas” para tomar a tiempo su vuelo hacia Argentina.

En esa vuelta aproveché a dormir todo lo que no había podido hacer el resto de los días, me despertó Ekaterina R. en la puerta del hotel, volví en si o mi o do o re no sé bien porque estaba muy dormido y nos bajamos del bus.

Nos abrazamos, nos saludamos, hicimos promesas de futuros encuentros y cada uno fue depositado por el ascensor en sus habitaciones.

Era tiempo de ordenar el equipaje, revisar el material recolectado en el Congreso, muchas cosas siempre terminan en la basura para no sobrecargar la valija (maleta) y a cambiar el chip para regresar y empezar a funcionar en nuestros países. Vi perder feo a mi selección Argentina en São Paulo (¡justo en Brasil!) pero como diría el gran sabio Marcelo A. “menos mal que no pasó durante el Congreso”. Mañana me voy a despertar a las 3 de la tarde y algo fundamental para el final: “Lo que pasa en Goiânia, queda en Goiânia”.